El Camino de Regreso
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El Camino de Regreso




El camino de regreso

Juan Roberto Dutra Keiran

Abril 2020

http://www,ganaderiaregenerativa.com

La luna nueva de marzo 2020 tiene las dos “guampas” para arriba, además, la cerrazón en los cerros y las hormigas de alas no dejan mucha duda, se viene el agua. Cosas que se han transmitido de generación en generación, que ya muy pocos la usan, porque es más sencillo abrir el teléfono y leer a qué hora empieza la lluvia, en una prueba gratis por un mes.


Ya ni leo diarios, no escucho la radio, no miro televisión.


Vivimos en el campo, y desde aquí sentimos el desquicio al que se somete la gente en la ciudad, envejeciendo precozmente, en medio al miedo y la angustia de no poder “tener” más. El sentimiento depresivo de ver pasar al vecino en un nuevo automóvil o la compleja envidia de oír roncar el motor de una moto potente, bajar el vidrio eléctrico y esperarla pasar, para ver la cara de la persona que la maneja y pensar que “un día, si “Dios quiere”, voy a tener una de esas y seré rebelde”.


Bastaría la tranquilidad y el canto de los pájaros para elegir la paz rural. Quizá fuera suficiente producir casi todo lo que se come, en un verdadero acto de rebeldía, a esta altura, única rebelión posible. Tener las semillas del año pasado para sembrar la huerta, acto considerado delictivo, pues si le llevo semillas a un amigo en una bolsa que no ha pasado por los organismos de control y represión de libertad genética, puedo pasarla mal.

Quién sabe si al hacer pan en nuestro horno a leña, aprovechar las brasas del carbón que guardamos en un agujero en el suelo y también asar carne, boniatos y terminar de aprovechar el calor para tostar maníes, pueda uno sentirse libre, pues con libertad, no ofendo ni temo, parafraseando al Grande.


Pero no. Fruto del desorden establecido y vaya a saber con qué intenciones, aparece una estructura ribonucléica que conmueve al mundo, mata poco pero mata feo, ya que a nadie le gustaría morirse asfixiado, y se mueve a la velocidad de la imbecilidad humana.

“La Naturaleza se está vengando”, me han dicho. No lo creo. Insisto en que no nos podemos establecer en bandos, aunque por mucho tiempo quisimos ser más dioses que Dios, que si miramos bien en nuestro entorno rural, está en todo y lo es el todo, ni erra ni acierta, simplemente ES.


Y esto no es una declaración religiosa, es la más sencilla connotación hija de la observación rural, de que si existe un Dios sobre nosotros, ese sería lo intrincado e irresoluto de la Naturaleza, de la cual hacemos parte.


Por lo tanto, entendiendo a la Madre Naturaleza como el único y verdadero ente divo y comprendiendo de que en ningún momento nos podemos separar de Ella, todo lo que está pasando, fruto de las causalidades o casualidades naturales o de la mala intención de seres “humanos”, todo está dentro de lo natural, y no nos resta más conclusión que la siguiente:

5 extinciones se han detectado hasta ahora. La Naturaleza necesita reconfigurarse cada tanto. En este sexto e irreversible acto, necesitó a una especie suficientemente estúpida como para auto eliminarse en tiempo record, pero no sin antes cumplir algunas necesidades planetarias como elevar su temperatura, alterar biomas y acidificar los mares, estableciendo condiciones óptimas para su nueva configuración.


Para lograrlo, le dio al “humano” el don de la inteligencia, razonó otro poco y entendió que si lo hacía simplemente inteligente, no sería suficiente, pues corría el riesgo de que perseverara como especie, y en un acto de verdadera nitidez racional, decidió hacerlo portador de una herramienta cósmica peligrosa, mortal y verdaderamente autodestructiva: el EGO.


Listo.


Un ser inteligente cargado de ego es un imbécil hábil.

¡Válgame la ruralidad! Nos llenamos de PHDs, que en la configuración perfecta de extinguibilidad propuesta, pasan a ser HDPs autodestructivos, ciegos de ego y ansiosos de acceder a una jubilación tranquila, ya que siendo hijos de la des educación, ni siquiera pesará su conciencia.


Todo este terremoto viral va a pasar, y otros vendrán, pero al humano, máquina destructiva perfecta, nada lo va a cambiar.


Aun estando en el campo y en una aparente burbuja protegida, agua y aire limpio, carne, huevos, leche, frutas y verduras en abundancia, no se está libre del desquicio. Nos ha llegado un comunicado que insta a que se tengan armas debidamente registradas y que el permiso de porte esté vigente, atentos a la seguridad y a grupos de personas o intrusos que eventualmente puedan querer abastecerse de los beneplácitos rurales.


El día mismo en que se anunciaba la “cuarentena”, vehículos y más vehículos urbanos se metían en los caminos deshechos del Uruguay rural buscando abrigo en la “tapera” del abuelo, en el rancho del tío o hasta acampar debajo del puente. Muchos abandonaron la ciudad.


Mientras eso, mucha gente tomaba mate en la plaza ignorando su cuota de responsabilidad y llevando hospitales y emergencias al colapso.


Un grupo de seres egolátricos ganando plata con la nueva “oportunidad” venden esterilizantes o antisépticos con precios remarcados en tiempo record, porque al ver venir la ola de desespero, supieron invertir en la nueva máquina de re etiquetar productos velozmente y de forma casi imperceptible.


Todo esto ya ha sido dicho antes, y a los parlantes se los trató de conspiracionistas y hasta páginas de internet les dedican burlas y ofensas. Como un rural sin estudios, miro desde afuera. Y desde acá veo como quien no puede entender algo, le resulta más fácil negarlo de forma rotunda, orillando el fundamentalismo. Y si para eso sirve ir a una universidad, agradezco no haber tenido disposición para someterme a esa rigidez. Seguiré observando la naturaleza y sacando mis propias conclusiones de los hechos.


Queda la curiosidad de cuáles son los próximos pasos de este tiempo de guerra, en donde no se puede ver al enemigo. ¿Quién va a aprovechar este momento para hacer su política? Todos los eventos de desobediencia civil están paralizados. La gente está atemorizada y el uso de la fuerza se justifica fácil. Temo que para evitar los desplazamientos y contagios se corte el abastecimiento de combustibles. Las redes están colapsando con la gente en casa. Aburridos se vuelcan al consumismo electrónico.


Por aquí ya se piensa en suspender las faenas de ganado. Un país que importa todo, excepto carne y leche, puede verse muy afectado. Y desde esa perspectiva, la faena clandestina y el desorden rural se verán incrementados, llevando el desquicio urbano al campo. ¿Qué salida nos queda?


La que siempre debió haber. La solidaridad rural, en donde cuanto más pobre es la casa, más te ofrecen. No lo vayan a confundir con un inútil mensaje político, profesión llevada adelante por humanos hábiles que administran la vida de pueblos que olvidan. Esto es una nueva manera de ver al mundo, rural en su base, en donde se conecta la uña al suelo, el suelo a la comida, y la comida al espíritu.


Esto es una nueva manera de ver al mundo, rural en su base, en donde se conecta la uña al suelo, el suelo a la comida, y la comida al espíritu.

La erosión llegó a las tecnologías, y si sigue en este ritmo, ni con un fardo de 5 mil dólares podrá solucionar nada, y recién podrá darse cuenta de que la plata no se come ni germina. Queda el mensaje, que oh casualidad, se oye más cuando aprieta el zapato.


Hijo de la necesidad se impondrán nuevas maneras de ver al suelo a través de una moderna agricultura y ganadería regenerativas, que “produzcan” y regeneren en igual ritmo, aboliendo para siempre el discurso conversacionista de la conservación. Y antes de que grandes corporaciones se adueñen de estas nuevas conductas y nos cobren por ellas, es momento de empezar a entenderlas y aplicarlas, erradicando la esperanza.


Ya basta de esperar.


Por una nueva ruralidad avanzada y recuperadora de vida, libre por siempre de venenos y guerras invisibles, de desmanes políticos y usuras de la bancarrota generada por los inexistentes dineros que circulan en los carteles luminosos de las fraudulentas bolsas de valores, que manejan cualquier valor, menos los humanos…


Que la cultura no nos aleje del olor a tierra mojada, y que el ego pueda ser vencido por nuestra supuesta inteligencia.


Ya sale el sol, y me atrasé escribiendo esto, en el campo siempre hay lo que hacer.

Piense en familia, planifique, emigre al campo.


No espere conectarse al suelo el último día de su vida… más acá o más allá, en la delgada línea de su vida, siempre hay un pedazo de suelo que lo está esperando.

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