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La Santa Mierda

Foto del escritor: Daniel SuárezDaniel Suárez

Actualizado: 6 oct 2023


La Santa Mierda

Friedensreich Hundertwasser, diciembre, 2017

Quisiera hablar sobre la causa principal de la decadencia de nuestra civilización.

La vegetación ha necesitado millones de años para tapar el veneno con una capa de humus, una capa de vegetación y una capa de oxígeno para que el ser humano pudiera vivir sobre la Tierra. Y este ser humano desagradecido vuelve a sacar a la superficie el veneno que fue cubierto por un largo esfuerzo cósmico.

De este modo, gracias a las fechorías de los irresponsables humanos, el fin del mundo se convierte en el inicio de todos los tiempos. Estamos cometiendo suicidio. Nuestras ciudades son tumores cancerígenos. Desde arriba se puede apreciar perfectamente. No comemos lo que crece cerca de nosotros. Traemos la comida de África, América, China y Nueva Zelanda. No guardamos la mierda. Enviamos lejos nuestros detritus, nuestros residuos, envenenado los ríos, lagos y mares o los llevamos a plantas depuradoras altamente complicadas y costosas, raras veces a fábricas de compostaje centralizadas. O destruimos nuestros residuos. Nuestra mierda no vuelve jamás a los campos ni a cualquier otro lugar del que vienen nuestros alimentos. El ciclo comida-mierda funciona. El ciclo mierda-comida está interrumpido. Tenemos una idea errónea de nuestros residuos.

Cada vez que tiramos de la cadena del váter, creyendo estar haciendo una acción higiénica, contravenimos las leyes cósmicas. En realidad, es una acción contra Dios, un gesto necio de la muerte.

Cuando vamos al baño, cerramos el pestillo y hacemos desaparecer nuestra mierda, en realidad estamos poniendo un punto final. ¿Por qué nos avergonzamos? ¿De qué tenemos miedo? No queremos saber lo que ocurrirá con nuestra mierda, como la muerte. El agujero de la taza nos parece un portal a la muerte, salgamos pronto, olvidémosla rápidamente, la podredumbre y la descomposición. Pero la cosa es justamente al revés: precisamente, la vida empieza con la mierda.

La mierda es mucho más importante que la comida. La comida sólo mantiene a una humanidad que se multiplica en masa, pero pierde calidad y representa un peligro de muerte para la tierra, para la vegetación, la fauna, el agua, el aire y la capa de humus. “Nos venden humus”.

La mierda, empero, es el ladrillo de nuestra resurrección.

Desde que el ser humano piensa, intenta ser inmortal. El ser humano quiere tener alma.

La mierda es nuestra alma. Con la mierda podemos sobrevivir. La mierda nos hace inmortales.

¿Por qué tenemos miedo a la muerte? Quien utiliza un váter de compostaje no tiene miedo a la muerte, porque nuestra mierda hace posible nuestra resurrección.

Si no tenemos aprecio a nuestra propia mierda y la transformamos en humus en honor a Dios y al mundo, perdemos nuestro derecho a prevalecer sobre la Tierra.

En el nombre de falsas leyes higiénicas perdemos nuestra sustancia cósmica, perdemos nuestra resurrección…

Cuando en una película, Passolini hizo comer mierda a un actor fue un símbolo del cierre de ciclo, un desesperado “querer acelerar”.

Hay que darle tanto amor, tiempo y cuidado a aquello que sale “por detrás” como a lo que entra “por delante”.

Hay que hacer la misma ceremonia que una comida en una mesa con mantel, sillas, cubiertos, platos, palitos chinos y luz de velas.

Tenemos oraciones para antes y para después de las comidas. Cagando nadie reza.

Damos las gracias a Dios por nuestro pan de cada día, que viene de la tierra, pero no rezamos para que nuestra mierda se vuelva a convertir en tierra.

Los residuos son bellos. El sorteado y el reciclaje de los residuos son actividades alegres.

Esta actividad no se desarrolla en los sótanos y patios traseros, estercoleros y váteres, sino allí donde vivimos, donde hay luz y sol, en la sala de estar, en nuestra mejor estancia. No vivimos en los sótanos.

No hay residuos. Los residuos no existen.

El váter de compostaje es un símbolo de alto standing.

Tenemos el privilegio de ser testigos de cómo nuestra propia basura, nuestra propia mierda se convierte en humus, del mismo modo que crece un árbol y madura la semilla. En nuestra propia casa, como si fuera nuestro propio hijo. Vendemos humus.

Homo – Humus – Humanitas, tres conceptos emblemáticos con el mismo origen. Humus es el auténtico oro negro.

El humus huele bien. El olor a humus es más santo y más cercano a Dios que el olor a incienso. Quien ha paseado por el bosque después de la lluvia conoce este olor.

Y es un hecho extraordinario. Cuando el cubo de la basura se convierte en el centro de nuestra vivienda y el váter de compostaje ocupa un lugar privilegiado, un asiento de honor.

Este es precisamente el punto, en el que nuestra sociedad, nuestra civilización -si quiere sobrevivir- debe dar media vuelta.

El olor a humus es el olor de Dios, el olor de la resurrección, el olor de la inmortalidad.

La mierda se convierte en oro.

Friedensreich Hundertwasser (Viena, 1975)

 



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